Érase un corazón arrepentido de errar moribundo sobre el camino de la soledad. No aguantaba más burlas, más corazones partidos, no más amores, no más odio, no más sentimientos.
Tomó una decisión, aparecer impasible sobre cualquier sensación de alegría o tristeza, sobre todo, no sentir, denotar frialdad, y ante todo aquella confusión en su mente.
Sara era una muchacha atolondrada, pero madura ya. Cansada de tantas experiencias tristes y dolorosas en cuanto al amor. Ya no quería saber nada de él, permanecía impasible sobre todo sentimiento, todo lo que tuviera que ver con verse afectada de alguna forma.
Permaneció con su corazón congelado y cerrado de forma hermética durante el tiempo suficiente para poder abrirlo con nuevas esperanzas.
Un muchacho joven, que apenas conocía, apareció en su corazón casi al mes de haberlo conocido. Decidió arriesgarse, no aguantaba mas así, pensó que las oportunidades sólo se presentaban una vez en la vida, y que quizá, ésta no debería desperdiciarla. Y no lo hizo. Comenzó a sentir cosas que llevaba años sin sentir, sensaciones exóticas y extrañas en su organismo, corazón y mente. Y poco a poco aquel chico se fue apoderando de su mente y de su corazón. Sólo existía él. Fuera lo que fuera qe pensase, siempre estaba él, ocupando una pequeña y solitaria llanura en la inmensidad de su corazón. Sinceramente, no sabía lo que había hecho para abrirse camino entre tanta maleza despojada de deseo y de amor, pero lo había conseguido y ahora era un vínculo indestructible. O por lo menos eso pensaba la ilusa.
Luego se dio cuenta que el camino del amor no era tan sencillo, que había cosas que tenían más importancia que los sentimientos, y se rindió a aquel corazón congelado que había abandonado por un tiempo.
Era mejor dejarlo así, congelado en las infinidades de un amor desafortunado.
1 comentario:
me encanta rakel:)
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