Ya que había que renovarse o morir, lo suyo era renovarse. Nadie daría cuatro duros por un amor adolescente, ni muchos si te ha roto el corazón. Además, no me lo merezco. Cuando te preguntan como lo llevas, de repente se reabre esa pequeña llaga que has ido sellando con otras actividades o personas que te saquen del túnel en el que te has quedado encajada. Pero ya no lloras, no. Ahora simplemente te quejas, de por qué tenía que ser así, si no había otra solución, y mil cuentos más que no vienen al caso.
Yo, en mi lugar, habría y he decidido renovarme. Pienso que me merezco no solo una, sino mil oportunidades más. Y podrá parecer narcisista, pero en el momento en el que no solo te dejan ser libre, sino que sabes que realmente lo eres, se despliega ante ti un abanico enorme de posibilidades y de opciones para tu día a día, que, si en un principio son un método de defensa personal contra los malos pensamientos y las depresiones, poco a poco se van haciendo un hueco dentro de ti, y llegas a querer que no desaparezcan de tu vida.
Siendo así, vengan pues todas las sorpresas que estén por llegar, que las cartas certificadas no siempre llegan, y las que no lo están, llegan, aunque se extravíen, aunque cambies de domicilio, aunque te den por muerto, pero siempre llegan, porque morir, no es nunca la mejor opción.
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