viernes, 2 de mayo de 2014

Tierra de sémola y trigo entre mis pasos



Habiendo llegado a tierra de esclavos, tierra donde nunca mujer alguna había tenido jamás un mínimo derecho, y eso pasa por cosas tan normales como agachar la cabeza cuando un hombre intentaba desnudarte con la mirada hasta sufrir violencia callejera cada vez que una cargaba con su cántaro vacío hasta la fuente y volvía a su choza con él lleno, lo que la hacía mucho más vulnerable por el peso del recipiente, quise respirar algo de ese aire con olor a pobreza.

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